domingo, 20 de mayo de 2007

Crítica constructiva al Complejo Siglo XXI

Son ya varios los eventos en el nuevo Complejo Siglo XXI en donde he observado oportunidades de mejora para enriquecer la experiencia de sus visitantes. Algunas, más que oportunidades son fallas que deben corregirse de inmediato. Va pues esta crítica constructiva para que sus responsables tomen acciones y nos den un auditorio digno de Puebla.

El problema más grave es el sonido. Justo hoy que escribo acudí al “Ballet del Lago de los Cisnes”, el show maravilloso, pero el sonido nefasto. Imaginen la frustración de un bailarín que ha dado su vida a la práctica de la danza y que ha viajado del otro lado del mundo, para encontrarse con que su esfuerzo desmerece por las constantes fallas en poner la pieza musical que corresponde. El problema del sonido es verdaderamente grave: el show de Gloria Gaynor a todo volumen, las bocinas tronaban, otro ballet en cambio apenas se escuchaba, y en casi todos los eventos el constante “hummm” está presente cuando baja la música. Por favor señores, contraten a un profesional del sonido (¿qué tal a ese ser imaginario que dicen trucó las famosas conversaciones?) y si es necesario cambien las bocinas, pidiendo garantía al que las puso en primera instancia (sería bueno listar a los contratistas en el portal de transparencia del gobierno, pero como ya sabemos esa es otra historia que requiere que los funcionarios se pongan a desquitar su sueldo).

El problema del sonido es verdaderamente grave: el show de Gloria Gaynor a todo volumen, las bocinas tronaban, otro ballet en cambio apenas se escuchaba, y en casi todos los eventos el constante “hummm” está presente cuando baja la música.


A nivel operativo las mejoras son varias: capacitación a los que asignan lugares, cada uno te da una versión distinta ante preguntas simples como ¿dónde hay programas?: “ya se acabaron”, “ahorita fueron por más”, “los encuentra en las escaleras” y un largo etcétera. Deben retirar a la mujer que siempre está presente en el baño de los hombres, ¡por favor dense cuenta que eso no se estila en México! Las reglas de etiqueta si debemos copiarlas del primer mundo: ¡prohibido entrar hasta el intermedio una vez que ha empezado el show!, y los que llegaron tarde ya no pueden ocupar sus lugares si alguien más se movió para tener un mejor lugar. No estaría de más recordar a todos al inicio que apaguen sus celulares, imitando el buen recordatorio de los cines. Ah y por favor, ¡si la obra empieza a las 8:00 que sea a las 8:00! En el mejor de los casos el show inicia 20 minutos después, pero otras veces el retraso pasa la hora.

En el tema de comida y bebida, deben prohibir el acceso con éstos al salón (yo mismo confieso que he ingresado con bebidas). No sólo se ensucia y descuida el auditorio, sino que el constante “crum, crum” de los poco atentos impide escuchar la obra. ¡Es increíble pero en los mejores escenarios del mundo incluso han mandado a hacer investigación sobre las mejores envolturas para que no hagan ruido y regalar a los asistentes caramelos que minimizan la tos! Ojalá algún día lleguemos a esas sanas preocupaciones. Finalmente pongan más cajeros en la tienda, no sólo se pierden ventas por la flojera de hacer una cola tan larga, sino que si te aventuras a hacerla, ya no entrarás a tiempo tras el intermedio.

La salida es toda una aventura, inmejorable oportunidad para olvidar la paz y tranquilidad tras un buen espectáculo. Las subidas laterales te presentan un escalón que creció al doble de los demás, toda una trampa para el despistado. En las salidas laterales ya afuera del recinto la aventura se vuelve carrera de obstáculos. No hay un solo foco que ilumine las escaleras. Varios a mí alrededor, particularmente los adultos mayores se quejan sobre ello. Y ya llegando a tu auto, el reto es convencer al guardia de la puerta trasera de que la abra para que se vacíe el estacionamiento en la mitad de tiempo: cientos de minutos colectivos perdidos por el “sano criterio” de un individuo.
Escuchen, tomen nota, actúen. Está claro que no han pedido retroalimentación de los clientes. Les aseguro que muchas fallas más que otros han visto se me escaparon. ¡Todos ganamos con su respuesta!

¿Desquitaste tu sueldo? mes 5


En el tema de la transparencia no podemos saber quienes equiparon el Siglo XXI, ni quién vendió las bocinas, mucho menos cuánto ingresa por estacionamiento y quién utiliza esos recursos.


En el tema de la transparencia no podemos saber quienes equiparon el Siglo XXI, ni quién vendió las bocinas, mucho menos cuánto ingresa por estacionamiento y quién utiliza esos recursos. Esta información y mucha, muchísima más está oculta tras unos magros ocho renglones del ejercicio del presupuesto gubernamental. En otras ciudades del país, cada cheque, cada uno de ellos se pone en línea, miles de gastos se publican diariamente. ¡Aquí el suelo de los funcionarios sólo les ha alcanzado para subir ocho renglones, pónganse a trabajar hu… manos! Ya llevan cinco meses y no hay respuesta. Ya hasta las cámaras empresariales dieron cuenta de la omisión a la ley.
Los invito a que vean aquí mismo en este blog 2 artículos anteriores: ahí verán imágenes contundentes del robo de un dominio que era del gobierno y ahora sirve para un vival, quizá como pago de facturas por poner esa página al servicio del candidato en la campaña por la gubernatura. Espero sus comentarios sobres estos y otros temas.

3 comentarios:

  1. Iñaki,
    Vuelvo a leerte en Cover y vuelvo a reflejarme pues abordas temas coincidentes de mi vida diaria en Puebla.
    Hablo de tu artículo del “Complejo Siglo XXI”.
    Para empezar hay un error en el nombre conceptual, no se debe hablar de un complejo cultural sino de un Auditorio. Ejemplos, esos sí, de complejo cultural que ni siquiera lo ostentan en el nombre es el Centro Cultural del Bosque donde existen 6 teatros, la Escuela Nacional de Danza, Librería Educal y el Auditorio Nacional y Lunario; el Centro Cultural UNAM integrado por la sala de conciertos Nezahualcóyotl, el Teatro Juan Ruiz de Alarcón, el Foro Sor Juana Inés de la Cruz, la sala de música de cámara Carlos Chávez, la sala de danza Miguel Covarrubias, así como las salas cinematográficas José Revueltas y Julio Bracho. También forman parte del conjunto el Centro Universitario de Teatro, la Librería Julio Torri, la Cafetería Azul y Oro, así como la Unidad Bibliográfica, a cuyos costados se encuentran el Centro de Estudios sobre la Universidad, el Paseo de las Esculturas y el Espacio Escultórico.
    Así que complejo cultural es mucho nombre para un elefante blanco que comienza a mal-despertar.
    Y coincidiendo en TODAS tus anotaciones y comentarios (puntualidad del evento, sonido, vendedores de comida cruzándose durante el espectáculo -¿me equivoque y vine al fut?-) permíteme agregar nuevos elementos de frustración –y aquí una disculpa porque se me va a salir lo chilango- pero el gato por liebre que vivimos quienes llevamos a nuestras hijas al concierto de Belinda nunca me había sucedido: 30 minutos de espera, 1 hora de show, cero encore para lo que pague me provoco gritar “fraude” –no se chiflar- y notar como el público poblano aceptaba, tristemente, el “gato”. Nadie respingo, a todo mundo le pareció “correcto” el mini-concierto de plaza pública que ofreció la artista nada digno del “Complejo Cultural”.
    Y aquí otra reflexión, entre 20 millones de individuos uno se vuelve anónimo en la masa y entonces si algo no te parece te levantas de tu asiento y repelas. En Puebla quizá por el que dirán pues te encuentras “a mediomundo” entre el público la pena no te permite manifestar lo que en el fondo deseas; u otra, el consumidor apenas esta descubriendo el mundo de los conciertos y cree que una horita esta bien.
    En alguna otra revista leía una muy buena entrevista con el actual administrador del Auditorio quien laboro para el Auditorio Nacional por algo así como una década y entre sus argumentos del costo de boleto versus lo que cuesta el mismo espectáculo en el D.F. era el hecho de lo pesado del ir y venir al D.F. Para ver y escuchar conciertos a la mitad de su tiempo real a mayor costo, pago las casetas y gasolina y, aún así, es más rentable para mi y mi familia como público consumidor que somos. Para evitar actitudes de diva o poco ética de los artistas la empresa de este Auditorio debe tener contratos claros que precisen la puntualidad del espectáculo y el tiempo mínimo que debe durar. No me imagino a esta escuincla dando un concierto de una hora en el Auditorio Nacional.
    Tu artículo termina con un punto fundamental y básico: retroalimentación del cliente. Y de entrada el “Complejo” no cuenta con una página de internet a donde enviar un comentario como el que si te puedo hacer llegar a ti. Ya envíe mi queja en la página web de la cantante.
    Una última que es una maravilla: los letreritos en Blvd. Niño Poblano que dicen Siglo XX1 y no Siglo XXI. Eso pasa cuando nos acostumbramos a que todos –exagere- los señalamientos en esta ciudad dicen Puebla Centro.

    Gracias por tu paciencia,
    Alfredo Hidalgo

    P.D. Hablando de la pomposidad de los nombres que te parecen los charcos en el inicio de la subida del “Distribuidor Vial 475” del Circuito Juan Pablo II rumbo a Atlixcayotl.

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  2. Me permito agregar datos.
    El elefante blanco fue revestido con talavera que ni siquiera es talavera, pero los costos sí fueron de una pieza auténtica. El piso del tablado es de encino traido de Estados Unidos a costos poco reales. Además existen detalles de acabados que simplemente parecen de obra negra. He cubierto varios actos ahí y si te toca la planta alta simplemente no escuchas más que murmuraciones de la gente de planta baja. ¿Más datos? La obra no tiene la primer etapa terminada. Los detalles de esa primera parte apenas y fueron cuidados para que no se viera mal el día que fue inaugurada, justo en la despedida de Melquiades Morales Flores del Gobierno del estado.

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  3. Iñaki,
    Finalmente este espacio se llama como deber ser, simplemente "Auditorio".
    También hay que señalar para bien la cantidad y variedad de espectáculos que este recinto ofrece. Quizá -y siempre el negrito en el arroz- es que la ciudad se llena de pendones con tanta actividad.
    Saludos,
    Alfredo Hidalgo

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