Derecho torcido: la ilegalidad y la injusticia dejan claro que muchas leyes no funcionan
Todas las buenas intensiones detrás de cualquier esfuerzo no bastan por sí solas para lograr un objetivo: al final las organizaciones, las personas y las naciones se miden por sus resultados. En México se diseñan cientos de leyes que persiguen objetivos nobles, sin embargo una parte de ellas simplemente no están funcionando: las violan muchos y se castigan a pocos mientras la injusticia permea todos los ámbitos del quehacer nacional.
En varios debates con abogados y expertos del tema jurídico ellos defienden la grandeza de la legislación mexicana. Muchos dicen que es mucho mejor que por ejemplo la de Estados Unidos al seguir la herencia del derecho romano. Sin embargo sin entrar al detalle del marco legal (que por cierto muy pocos realmente entienden por su gran complejidad) los resultados hablan por sí solos: las leyes y su aplicación expedita son un auténtico fracaso que nos resta competitividad y nos va provocando crecientes problemas y descomposición social.
Los resultados hablan por sí solos: las leyes y su aplicación expedita son un auténtico fracaso que nos resta competitividad y nos va provocando crecientes problemas y descomposición social
En un país con justicia y rendición de cuentas no pasarían semanas sin detenidos de alto rango ante la muerte de 47 niños. En un país de leyes eficaces no tendríamos juicios de 20 a 30 años para obtener una sentencia favorable. En un país de leyes justas no tendríamos ciudades tan desiguales con colonias de lujo junto a Infonavits para clases bajas. En un país con leyes sencillas no habría expedientes de miles y miles de páginas que pocos leen y que si acaso algunos realmente entienden. En un país de leyes con castigos efectivos no tendríamos a ex-presidentes municipales que durante tres años cambiaron de vivir en apuros económicos a ocupar lujosas casas de La Vista. En un país de justicia no duraría un día más en el poder cualquier político cuyos hijos gastaran mucho más en viajes que lo que el sueldo integro “legal” del padre pudiera sufragar. En un país con leyes fácilmente aplicables no tendríamos juzgados a donde el principal instrumento para llevar los casos fuera un taladro para perforar los cientos de páginas que hay que “amarrar” para que no se rieguen en el piso. En un país con leyes adecuadas no tendríamos a políticos violando la propia ley electoral que ellos diseñaron. En un país con leyes bien redactadas no tendríamos apelación tras apelación, revocación y peloteo entre las partes porque uno saca un nuevo hueco legal o interpretación de la ley. En un país con leyes de estricta observancia no tendríamos cuatro años en los que un gobierno estatal simplemente “olvida” publicar los gastos detallados. En un país con leyes enfocadas en un gasto eficiente los “palacios” de justicia no tendrían letras doradas que digan “C i u d a d J u d i c i a l” con costos de $90,000 cada una. En un país con leyes buenas, efectivas y bien aplicadas no habría los grados tan indolentes de exclusión social y diferencia de clases.
Los diputados que habremos elegido para cuando leas este artículo habrán prometido como siempre e incumplirán como nunca. Quizá el abstencionismo y voto nulo haya sido tan grande que en algún sentido captarán el mensaje… Estamos hartos de los políticos que no se ponen de acuerdo, que sólo se acuerdan del ciudadano cuando quieren su voto, que en campaña están pensando en cómo doblegar las leyes que ellos mismos diseñaron para salir en la tele o con el locutor de moda pagando por afuerita. Estamos hartos de los políticos que ya en el poder sólo piensan en cómo hacer negocios en la impunidad aprovechando los huecos legales que ellos mismos diseñaron. Estamos hartos de los políticos que al brincar a un nuevo cargo están pensando en cómo seguir hablando de la bondad de sus acciones y sus nuevas y “buenas” leyes recién aprobadas que los mantengan en el negocio de seguir jodiendo a México. ¡Ya basta!
Estamos hartos de los políticos que al brincar a un nuevo cargo están pensando en cómo seguir hablando de la bondad de sus acciones y sus nuevas y “buenas” leyes recién aprobadas que los mantengan en el negocio de seguir jodiendo a México.
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