lunes, 25 de febrero de 2008

Tres niños poblanos con futuros inciertos, ¿tuviste las mismas oportunidades que ellos?

Si hay algo en lo que nos distinguimos los mexicanos es en nuestro sentido de solidaridad ante la desgracia “temporal”. Ante los sismos, las inundaciones o las explosiones aflora nuestro espíritu de ayuda y nos avocamos a ayudar a nuestros hermanos en desgracia. Lamentablemente ese espíritu se queda en una actitud “temporal”, pues ante la desgracia o el abandono permanente o poco mediático simplemente seguimos con nuestra vida diaria. Hoy te invito a reflexionar en el futuro de tres niños poblanos, cuyo nombre he cambiado para proteger su identidad. Verás que las oportunidades que ellos probablemente tendrán distan muchísimo de las que tú tuviste y de las que un estado de justicia debería brindar a todos por igual.


Jorge vive en Los Reyes Mezontla, pueblito enclavado en el corazón de la mixteca poblana (a unos 50 km. de Tehuacán). Jorge vive con sus dos hermanos y se divierte en la miscelánea de sus padres. En la escuela no tiene Internet y sus posibilidades de crecimiento son limitadas. En su región la mayoría de los jóvenes emigran a Estados Unidos a veces desde los 16 años. El talento que él, como muchos en su pueblo indudablemente tienen no se acompaña de un sistema para crecerlo y explotarlo. Su comunidad recibió hace dos o tres años el Premio Nacional de Artesanías por lo que el gobernador Marín prometió (revisa los periódicos) pavimentarles su carretera. Yo estuve ahí a fines de noviembre y el camino de terracería sigue intacto. En la comunidad no hay tiendas de artesanías bien montadas (hay dos en estado deplorable y además estaban cerradas por ser domingo). Jorge vive pues en un lugar rodeado de talento y de miseria, en un lugar a donde las tiendas que muy pero muy pocos turistas visitan se cierran en domingo. La inversión para detonar el talento simplemente no existe.


Ernesto está feliz: viste un traje hermoso con plumas y adornos multicolores pues hoy domingo 24 de febrero es la fiesta de su pueblo y a él le toca por primera vez debutar en el baile centenario de su comunidad. Lo hace de manera impecable y termina goteando de sudor por el calor del traje, del buen recibimiento de los pobladores y particularmente por el calor ambiental (hoy el sol brilló en todo su esplendor en esta región típicamente nublada del estado). En su comunidad la fiesta es doblemente significativa, pues además de la celebración añeja, el progreso acaba de llegar. Antes para llegar a su pueblo desde Xochitlán de Vicente Suárez, comunidad al otro lado del cañón e irónicamente a apenas unos 5 km. en línea visual sólo se podía llegar después de varias horas por un muy estrecho y peligroso camino de terracería con barrancas de 300 a 500 metros de profundidad; hoy ya hay carretera. Al acercarme a él escucho toda una melodía en su diálogo con los adultos que le rodean: están hablando en totonaco. Si nunca has escuchado esta lengua, te invito a hacerlo ¡es un placer! Ernesto tiene la ventaja frente a sus mayores pues en la escuela ya le enseñan tanto español como totonaco. La mayoría de los adultos en cambio no hablan español. Esa pequeña ventaja a él le augura un futuro un poco mejor que a sus padres, pero dista mucho de ser un diferenciador real en su futuro. El internet sólo existe en un centro Sicom a unos 10 km de su comunidad. Ernesto algún día visitará Puebla y muchos poblanos “fresas” lo calificarán de “naco” ignorando la riqueza cultural que trae a cuestas. El aspira a tener un mayor contacto con el mundo y tener una vida digna en su comunidad rescatando sus tradiciones y adoptando lo mejor del nuevo siglo, pero las circunstancias difícilmente se lo permitirán.

Adrián acompañó este sábado a su mamá a limpiar la hermosa iglesia del pueblo. Su comunidad está a apenas unos 10 kilómetros de Cholula, rumbo a los volcanes. A pesar de ello el silencio y tranquilidad que se vive en sus calles te traslada no sólo al campo, sino al pasado. Irónicamente ahí en el pasado están sus circunstancias a pesar de una mucho mayor cercanía física al progreso de la capital. La pobreza en su comunidad es evidente por donde mires, apenas un poco mejor que la que hay en la Mixteca con Jorge o en la Sierra Norte con Ernesto. Adrián recibe una educación bastante limitada, el entorno económico es apenas un poco mejor, su futuro es incierto.
Un país y un estado no pueden hablar de justicia cuando sus niños tienen oportunidades de desarrollo tan precarias y sobretodo tan diferentes en función de dónde y con quién naciste. Podemos tener muchos discursos sobre el progreso, pero la triste realidad es que hoy Jorge, Ernesto y Adrián, poblanos como tú o como yo tienen un futuro poco promisorio. El gobierno invierte poco, lo poco que invierte lo hace en obras que se puedan presumir más que en aquellas que hagan una diferencia para las nuevas generaciones. La inversión en los intangibles que pueden brindarle a esos niños un mejor futuro son prácticamente inexistentes. Los países del sudeste asiático han tenido como absoluta prioridad la inversión en las nuevas generaciones con: educación de calidad, carreteras de la información e Internet. Gracias a ello hoy tienen un ingreso per cápita casi el triple que México cuando hace apenas unas décadas estaban por detrás de nosotros. Jorge, Ernesto y Adrián esperan de Mario mucho más que carreteras de pavimento (o de plano que las que promete las haga realmente), esperan educación de calidad, acceso a las tecnologías del Siglo XXI y solidaridad de sus hermanos poblanos que fueron al Americano, al Oriente, al Humboldt o que por haber nacido en familias pudientes tienen claramente otra perspectiva a futuro…

ellos te enseñarán que son seres con todo el potencial, con toda la alegría y con todo el deseo de crecer, sólo les falta la justicia y la oportunidad que tú si tuviste
Conócelos y pon tu granito de arena, ellos te enseñarán a ti mucho más de lo que esperas, ellos te enseñarán que son seres con todo el potencial, con toda la alegría y con todo el deseo de crecer, sólo les falta la justicia y la oportunidad que tú si tuviste.

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